miércoles, enero 6

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Cada vez hay más caras, pero también cada vez reconozco menos.

La situación se repite y no sé si sea una predisposición genética en mi rostro o en mi tono de voz, pero el absurdo de llegar tarde siempre me sigue a todos lados, aunque para ser sincero no he intentado un trabajo cercano. 

¿A caso mis falta de compromiso se traduce en una cara de vale madrismo como para que siquiera se tomen la molestia de decirme algo?

¿O mi trabajo es tan insignificante que da igual el momento en el día en el que lo haga?

Donde queda la dignidad cuando la chica linda te mira unos segundos a los ojos. Don´t care ni siquiera ha volteado realmente, pero puedo mentir y decir que si lo ha hecho y me ha mencionado lo tarde que voy y que por ejemplo hoy es martes y recuerdo que los martes es mi día menos puntual, y aún a estas alturas de mi vida no logro determinar a qué se debe, lo he intentado de una variedad absoluta de formas: el dormir temprano el dormir tarde el no dormir el hacer mucho el hacer poco, el estar alerta el dejarlo todo al destino el planear absolutamente cada detalle y el resultado se mantiene invariablemente tarde.


Me gusta pensar que ese es mi súper poder, hay gente con el umbral del dolor absurdamente amplio, gente con memoria prodigiosa y yo, con mi poder absoluto de llegar tarde y creo que de cierta manera podría servir. Imaginen que de pronto y no sé porque soy el blanco central de una serie de atentados y simplemente no estoy en el lugar ni la hora que se supone debo estar, es entonces cuando mi súper poder toma un protagonismo absoluto para mantenerme con vida.