miércoles, enero 14

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El lugar parece ser el mismo de siempre, sin embargo está lleno de personas distintas. Nunca se me da bien esto de ser fantoche y escribir en público y con el café en la mesa y pretenderme otro mientras las personas me ven a lo lejos desde las mesas distintas y las mismas tazas.

En alguna mesa de estas comenzamos el pacto, ese que nos mantiene con la idea, con la ciudad en una frecuencia soportable. Han pasado 12 meses y seguimos en el atolladero.


Nuestra mesa está ocupada por un par de viejos, postura corporal que habla de un interés mutuo; probablemente son amigos y se están poniendo al día y los acecho desde la orilla y ellos no lo saben del todo.