En este sueño, todo parece una
jodida película de acción, con explosiones, persecuciones y ciudades inmensas;
pero eso no es lo que me interesa contarles del sueño, lo primordial, son unos
cuarzos; en este sueño en específico, estos cuarzos tenían la propiedad –y no
me pregunten el motivo- de propiciar el viaje en el tiempo.
El asunto funcionaba así: cuando
te enterabas de la existencia y funcionamiento de los mismos, eso marcaba como
un checkpoint y hasta ahí era lo más atrás que se podía ir; para ir, simplemente
era cuestión de frotar los cuarzos con la mano, los había de distintos tamaños,
y la duración que tuvieras frotándolos, determinaba cuanto tiempo regresabas; había
cuarzos años, cuarzos mes, cuarzos días, cuarzos horas.
Al principio no encontré sentido
alguno al simplemente poder volver, pero con el paso del tiempo-sueño, todo fue
una especie de rutina que se practica día con día a fin de ejecutarla de
maravilla, de evitar errores y situaciones incomodas, supongo que simplemente
es un mero reflejo de la realidad, de todo lo que se topa uno en el
día-despierto, el ir ganando experiencia para saber cuáles calles tomar de
regreso, qué hora es la del tráfico y que preguntas hacerle a las personas que
comienzan a contarte sus asuntos.