jueves, mayo 1

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En este sueño, todo parece una jodida película de acción, con explosiones, persecuciones y ciudades inmensas; pero eso no es lo que me interesa contarles del sueño, lo primordial, son unos cuarzos; en este sueño en específico, estos cuarzos tenían la propiedad –y no me pregunten el motivo- de propiciar el viaje en el tiempo.

El asunto funcionaba así: cuando te enterabas de la existencia y funcionamiento de los mismos, eso marcaba como un checkpoint y hasta ahí era lo más atrás que se podía ir; para ir, simplemente era cuestión de frotar los cuarzos con la mano, los había de distintos tamaños, y la duración que tuvieras frotándolos, determinaba cuanto tiempo regresabas; había cuarzos años, cuarzos mes, cuarzos días, cuarzos horas.


Al principio no encontré sentido alguno al simplemente poder volver, pero con el paso del tiempo-sueño, todo fue una especie de rutina que se practica día con día a fin de ejecutarla de maravilla, de evitar errores y situaciones incomodas, supongo que simplemente es un mero reflejo de la realidad, de todo lo que se topa uno en el día-despierto, el ir ganando experiencia para saber cuáles calles tomar de regreso, qué hora es la del tráfico y que preguntas hacerle a las personas que comienzan a contarte sus asuntos.